miércoles, 4 de abril de 2012

Una historia del pasado en el presente

Entrevista con Eduardo Ramiro Jalvete

... AÚN SIGUE HABIENDO ALGUIEN QUE NOS PONGA LA COMIDA EN LA MESA

De profesión minero,  aunque ha hecho carrera de su pasión por la naturaleza y la vida tranquila. Es todo un icono de supervivencia. Ha sabido adaptarse a los cambios y a las vertiginosas imposiciones que le ha marcado la sociedad.
Fuente: Web
Nos invita a su casa. Es un chalecito situado a escasos kilómetros de la capital. Decidió salir de la ciudad años atrás porque el ruido del tráfico y la contaminación no eran buenos para sus pulmones. Hoy, ese problema no lo habría tenido. Los avances en la tecnología, la mejora en las infraestructuras viales y las fuertes restricciones en la emisión de gases contaminantes mejoraron la calidad de vida en las grandes urbes.
Eduardo camina tranquilo y con la agilidad que le permiten sus 115 años de edad. Nació en 1927 y además de las vicisitudes que le ha tocado vivir,  ha superado con éxito un cáncer de pulmón. Él habla de esta enfermedad con el conocimiento que le otorgó el haberla sufrido. A mí me resulta lejana y ajena, y justifico mi desconocimiento porque la vacunación temprana ha cortado de raíz el desarrollo de cualquier tipo de cáncer en nuestros cuerpos.
Estuvo casado, con Berta, su novia de toda la vida. Tiene 5 hijos, todos ellos trabajando en el exterior y no en el extranjero como se dijera años atrás. Nos enseña su casa con orgullo, y lo hace con una voz tan pausada y melódica que encandila a cualquiera. Tiene una memoria que da vértigo. Por eso hoy queremos acercarnos a él para que nos cuente cómo ha evolucionado nuestra sociedad en los últimos años.
Eduardo ha sido testigo de los grandes cambios sociales, culturales y tecnológicos de los últimos tiempos. Ha pagado en pesetas, en euros y ahora lo hace en intersellos, como cualquier persona en cualquier parte del exterior. “Antes, viajar era una auténtica odisea. Ahora, con la moneda común y la eliminación de aranceles es otra historia”, comenta mientras nos muestra su lecting, una minúscula placa que lleva adaptada en el oído y le sirve para registrar los niveles de colesterol, azúcar, la presión sanguínea y su capacidad pulmonar. “Este aparato me evita tener que ir al médico para una mera revisión. Desde mi casa puedo registrar cada valor y directamente queda archivado en mi historial. Y si tuviera algún problema, en tan sólo unos minutos tendría un servicio dirigido de ambulancia a la puerta de mi casa. Ahora no hay problemas de atascos, ni de tráfico. Con los canales viales y el servicio de transporte público a la carta, quedaron atrás las eternas jornadas de atascos en las ciudades”.
Salimos al jardín, donde hay preparada una mesa con algo de aperitivo.  “Marisa, -debe ser la persona que le cuida y le ayuda-, es un encanto. Ha preparado algo comida. Ha habido muchos avances pero todavía no hay ninguno que nos ponga la comida en la mesa”,-argumenta en tono jocoso-.
Eduardo habla haciéndose el interesante. Sabe que mi memoria no puede ir más allá de la corta edad que poseo. "No me jacto de ello, sólo es la época que me ha tocado vivir"-, se justifica mientras bebe un sorbo de soda fresca.

Yo no he conocido atascos, ni sé lo que fueron los euros ni las pesetas. Hoy pago en intersellos; no sufrí las largas colas en los centros médicos y sólo conozco la enfermedad del cáncer por la web de algunos digitales. No conocí la monarquía, sólo sé que lo que queda de quienes fueran familia real vive a caballo entre Francia y Grecia. Hoy día leo libros en mi LANbook, porque las antiguas bibliotecas desaparecieron hace años por su alto coste de mantenimiento.
Los casi 80 años que me separan de Eduardo han hecho que el mundo diera un giro de 180 grados, sin embargo, sorprende que aún mantengamos un aspecto en común,  y es que a día de hoy, todavía sigue habiendo alguien que nos ponga la comida encima de la mesa. 
 

martes, 3 de abril de 2012

Las nuevas tecnologías al alcance de todos

Como venimos hablando desde hace varias semanas, las nuevas tecnologías han modificado nuestros hábitos y, aunque haya detractores, de una u otra manera, nos han hecho la vida más fácil.

He grabado tres secuencias en las que podemos ver reflejado qué ha aportado la evolución de las tecnologías y de los móviles a nuestro día a día.

Aquí podéis ver el vídeo.
 


¿Cómo hemos evolucionado?


Hoy en día, también los más mayores se han familiarizado con el uso de las nuevas tecnologías. Manenter el contacto con familiares, hijos, amigos y demás familia, suponía enviar cartas por correo postal y esperar un tiempo indefinido para su recepción y respuesta. Con el correo electrónico y programas como skype, estamos más cerca y más comunicados.


Internet se ha convertido en una plataforma que nos facilita el acceso a la información estemos donde estemos. La inmediatez es una de sus ventajas, y con la misma rapidez que la información se actualiza, también se devalúa porque lo más cotizado suele ser la última hora y la actualización de los datos.







El uso de internet está tan extendido, que incluso podemos ir de compras por la red sin necesidad de movernos de casa. En sólo un clic tenemos nuestra compra. He elegido esta imágen porque representa con claridad la comodidad que supone internet para realizar determinadas compras.




Nada mejor que una imagen de "antes y depués" para dejar constancia de cuánto hemos evolucionado en pocos años.



Y por fin, el famoso whatsapp. Hoy día, la mayoría de los usuarios de móvil posee un smartphone con tarifa de internet. Gracias a esto, el envío de sms o de chat ha pasado de tener un coste de 0,15 cts cada 160 caracteres, a ser gratuito.

lunes, 2 de abril de 2012

Ciudadanos del ciberespacio


Una de las acepciones que recoge el Diccionario de la Real Academia para el concepto de cultura es: “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social, etc”. Otra de las definiciones que nos ofrece el Diccionario es: “conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo. Por otro lado, el mismo diccionario habla del prefijo ciber- refiriéndose al ciberespacio.
Recurrir a la RAE es una opción manida pero solvente en momentos en los que nos tenemos que enfrentar a explicar un concepto tan inmaterial como el que nos ocupa.
El término cibercultura se compone del prefijo ciber- y el sustantivo cultura. Ahora bien, si interrelacionamos ambas palabras podemos definir la cibercultura como ese conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico en una época o grupo social que se desarrolla en el ciberespacio. 

La cibercultura se enmarca dentro de lo que actualmente denominamos ciberespacio, un escenario no palpable pero sí latente en el que conviven diferentes generaciones. Gracias a las nuevas tecnologías y a la democratización de internet ha nacido un nuevo tipo de vida que se construye a través de la red. En ese nuevo mundo nos hemos convertido en ciberciudadanos y, como en toda sociedad, nos regimos por unas normas y tenemos nuestros derechos y obligaciones. A través del ciberespacio compartimos nuestros conocimientos, nuestras creencias, valores, opiniones. Todos los ciberciudadanos son libres de expresar sus posturas respecto a un tema o de intervenir en el momento en que consideren oportuno.  Todas estas aportaciones están conformando lo que denominamos cultura universal. 

Creo que Pierre Lévy, filósofo del ciberespacio por excelencia,  aporta una definición más exacta pero muy relacionada con lo expuesto anteriormente. Lévy explica el concepto de cibercultura como el conjunto de técnicas (materiales e intelectuales), de prácticas, de actitudes, de formas de pensar y de valores que se desarrollan conjuntamente en el crecimiento del ciberespacio, considera que ésta expresa el auge de un nuevo universo, diferente de las formas culturales que le han precedido, en el cual se construye sobre la indeterminación de un sentido global de cualquiera.